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Disociación, la heroína caída



Una maestra muy querida me dijo un día, Mercedes lo que antes se llamaba locura, hoy se sabe que son partes disociadas de nuestra psique (o transtornos disociativos). Ya sé que “partes disociadas de nuestra psique” no suena mucho mejor que “locura”, pero te puedo asegurar que lo es. 
 
Me gustaría poder trasmitirte con palabras el alivio y la esperanza que sentí, por mí y por tantas personas que sufren y además sufren incomprensión y rechazo (propio y ajeno).
 
Cuando se vive una vida “normal” y se esconde la vergüenza de no tener control sobre algunos sentimientos o determinadas situaciones …..
 
Cuando se lleva una “doble vida” en cualquiera de sus vertientes, seguro que se te ocurren algunas ….
 
Cuando somos dos personas diferentes en ámbitos distintos, por ejemplo: sumiso en el trabajo y tirano en casa, etc.
 
Nadie llega ahí por casualidad o dejadez, si vamos siguiendo el rastro, invariablemente encontramos ambientes infantiles hostiles en un amplio abanico de formas. Los traumas hacen que el niño disocie aquello que le produce dolor emocional para sobrevivir. De esta manera va creciendo con limitaciones y sin la posibilidad de desarrollar todo su potencial.
 
Más adelante, todo aquello que el adulto perciba cómo un peligro, lo alejará de sí mismo tal y como aprendió en la niñez, viviendo alejado del mundo y de la realidad que lo rodea. 
 
Sabemos que los transtornos disociativos son un mecanismo de defensa del inconsciente delante de un conflicto o una situación abrumadora e inmanejable. De hecho es una de las formas más efectivas para permitir a la persona soportar ese tipo de experiencias.
 
La disociación puede manifestarse como desconexión entre:
 
- La persona y el recuerdo de un suceso

- La persona y los sentimientos asociados al suceso, actuar como si no tuviera importancia

- Desconectarse de una parte del cuerpo (frecuentemente el dolor crónico representa que una parte del cuerpo ha quedado disociada)

- Podemos negar que ha ocurrido un suceso

Algunos síntomas que padece la persona con disociación son:

- No reconocer su propio cuerpo o mente
- No poder recordar datos importantes de su biografía o cuestionarse quién es en realidad. 
- Desorientación en tiempo, el espacio y en la forma de percibir el entorno.
- Estrés significativo o problemas en sus relaciones personales, el trabajo y otros ámbitos importantes de su vida.
- Incapacidad para afrontar bien el estrés emocional o profesional.
- No todos los síntomas se producen siempre ni a la vez, depende de diferentes factores: historia familiar, características personales, antecedentes traumáticos, etc.
 
El tratamiento para los transtornos disociativos pasa por trabajar las partes disociadas, expresar el dolor emocional, reorganización cognitiva, ayudar a la persona a desarrollar recursos de afrontamiento y sobretodo acompañarla en el proceso de volver a confiar en su cuerpo, en sí misma y en el mundo. 
 
En ocasiones la disociación es muy grande, pero la mayoría de las veces se pueden volver a construir puentes y nuevas conexiones que permiten ir recolocando las piezas del puzle en un colorido lienzo, cada vez con más significado.
 
Qué bueno es poder mirar a una persona, no como un enfermo, si no como alguien perdido y aislado dentro de sí mismo ….. y poder enseñarle caminos de vuelta a casa.
 
Mercedes Bolivar
 
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